Cuando comprendemos nuestras fortalezas, podemos dar sentido a nuestras reacciones a los cambios que ocurren a nuestro alrededor. Y, desde luego, podemos aprovecharlas para consolidar al equipo incluso de frente a una disrupción mayúscula como la que actualmente enfrentamos con la pandemia.
En momentos de estrés, cambio o crisis, cada persona reacciona de manera diferente, de acuerdo con sus fortalezas específicas. Por eso es tan importante que los líderes identifiquen aquéllas con las que cuenta cada integrante de su equipo y sepan cómo ponerlas en juego en cada situación, particularmente cuando se trabaja a distancia y el foco parece perderse por momentos.
El psicólogo Don Clifton, exdirector de Gallup, propuso dividir las fortalezas personales en cuatro grandes categorías: pensamiento estratégico, construcción de relaciones, influencia y ejecución. Luego, en cada categoría, identificó distintos temas predominantes en cada personalidad. Así, por ejemplo, entre quienes son fuertes en pensamiento estratégico identificó al analítico, al futurista, al estratégico.
La construcción de relaciones se manifiesta en temas como adaptabilidad, conectividad, empatía, inclusión, entre otros. La influencia es fortaleza de quien tiene don de mando, comunicación y puede ser un “activador”, un “maximizador” o alguien que se gana a la gente. Los temas prevalecientes en ejecución son la consistencia, la disciplina y la responsabilidad, por mencionar solo algunas.
A continuación, se ofrecen algunos ejemplos de cómo estas fortalezas pueden ayudar a recuperar el foco durante las épocas disruptivas.
» Quien sabe ganarse a los demás
Las personas que saben “ganarse” a los demás se cargan de energía cuando logran interactuar con sus colegas, pero en caso contrario sufren. Para esas personas es sumamente útil encender su cámara durante las reuniones virtuales, así como sostener múltiples reuniones a lo largo de la semana, incluso si son en modalidad remota. Dada su facilidad para crear relaciones, estas personas pueden ser grandes aliados para hacer que esas reuniones sean más estimulantes y atractivas para los demás.
» Quien tiene disciplina
Las personas con alto sentido de la disciplina pueden lidiar con una crisis siempre y cuando tengan rutinas y una estructura que les permita sentirse aterrizadas. Por sus mismas características, pueden llevar algo de esa estructura y rutina a aquellos colegas que, por el contrario, luchan por darle sentido al caos.
» Quien tiene gran adaptabilidad
Estas personas suelen prosperar en el cambio, donde se sienten cómodos y, mejor aún, pueden ayudar a los líderes a abordar las viejas prácticas con un nuevo enfoque.
» Quien tiene alto desempeño
La persona que “todo lo consigue” necesita sentir que está siendo productivo/a y le resulta indispensable conocer las expectativas de su rol en particular. Por su necesidad de experimentar realización, puede darle un impulso saludable a la productividad durante la crisis. Además, puede ser un gran agente para documentar las mejores prácticas y compartirlas con sus colegas.
Dado que cada fortaleza tiene una necesidad particular y, del mismo modo, puede hacer aportaciones específicas, una táctica recomendable es invitar a cada colaborador a responder estas dos preguntas clave:
Según mis fortalezas, ¿qué es lo que más necesito durante este tiempo?
Según mis fortalezas, ¿de qué herramientas dispongo para ayudarme a atravesar este momento?
Las respuestas pueden discutirse primero entre el colaborador y el líder, quien luego deberá evaluar la conveniencia de abordarlas con el resto del equipo para determinar colectivamente cómo esas cualidades pueden conjugarse de manera más efectiva.
Cuando comprendemos nuestras fortalezas, podemos dar sentido a nuestras reacciones a los cambios que ocurren a nuestro alrededor. Y, desde luego, podemos aprovecharlas para consolidar al equipo incluso de frente a una disrupción mayúscula como la que actualmente enfrentamos con la pandemia.
La individualización es clave para comprender las fortalezas de cada colaborador y, sobre todo, es una excelente manera de lograr que cada cual pueda enfocarse primero en sus tareas personales y luego en la misión de la organización en su conjunto.