¿QUÉ SON LAS INVERSIONES FINANCIERAS Y QUÉ TIPOS EXISTEN?

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 Invertir dinero puede verse como una salida de capital que se hace en el presente para mejorar la salud financiera personal y familiar en el futuro. Su objetivo es comprar un activo a un precio bajo y venderlo por un coste más alto. En el caso de las inversiones financieras, según la clasificación de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), hay varias posibilidades que pueden ayudar al inversor a cumplir este fin:

 

  Inversiones de renta fija:

 

Los productos de renta fija suelen ser una opción atractiva para las personas que no quieran riesgos en sus inversiones, aunque su rentabilidad potencial sea más reducida que otros productos financieros. Sus intereses pueden ser fijos desde el momento de la emisión hasta su vencimiento o estar referenciados a algún indicador como el Euribor.

 

Este tipo de inversiones se pueden clasificar según:

 

El plazo de vencimiento: el horizonte temporal establece si la inversión se va a realizar en el corto, medio o largo plazo. Escoger un periodo de tiempo determinado depende de los objetivos del inversor, del capital disponible y de su perfil de inversor.

 

El rendimiento: este concepto mide las ganancias en relación al coste de la inversión. Es decir, su rentabilidad. Según este factor, la clasificación se establecería en:

 

- Rendimiento explícito: con pagos periódicos al inversor en forma de intereses.

 

- Rendimiento implícito: con un pago único de intereses en el momento de la amortización.

 

El tipo de emisor: en el mercado se puede elegir entre varias opciones que se dividen, en función del tipo de emisor, en instrumentos públicos (Letras del Tesoro, bonos y obligaciones del estado, y deuda autonómica o de otros organismos públicos) o privados (pagarés de empresa, cédulas y bonos hipotecarios; bonos y obligaciones; bonos de titularización, etc.)

 

La CNMV avisa de que, aunque se trate de productos que suelen ofrecer poco riesgo, siempre hay que tener en cuenta factores como la posibilidad de insolvencia por parte del emisor, variaciones en los tipos de interés que se den en el periodo de la inversión o la falta de liquidez, entre otros, que pueden afectar al rendimiento de la operación.

 

 Inversiones de renta variable:

 

Su principal característica es que, en el momento de la adquisición, no se conoce su posible rendimiento futuro. El motivo es que estas operaciones dependen de distintos factores. Un buen ejemplo de inversión en renta variable son las acciones de empresas, donde hay que tener en cuenta aspectos como la evolución de la compañía o el comportamiento de los mercados, que son muy sensibles a cualquier acontecimiento que pueda afectarles.

 

Cuando el inversor compra acciones, se convierte en dueño de una parte de la empresa y automáticamente adquiere una serie de derechos. Entre ellos, la obtención de dividendos cuando la empresa obtiene beneficios.  Las personas interesadas en invertir en renta variable deben saber que deben hacerlo a través de intermediarios financieros, que son los que ejecutan las órdenes de compra y venta. Entre sus posibles riesgos, la CNMV advierte acerca de la incertidumbre asociada a estas inversiones y recuerda que no tienen plazo de vencimiento. Es decir, la operación finaliza cuando hay una venta de las acciones.

 

  Fondos de inversión:

 

Se refiere a un instrumento de ahorro que reúne un patrimonio colectivo, formado por las aportaciones de un número variable de inversores. Estas aportaciones se invierten en diversos instrumentos financieros como pueden ser acciones, valores de renta fija, derivados o una combinación de estos y su gestión se encomienda a una sociedad gestora.

 

El objetivo de estos productos es mejorar la rentabilidad del ahorro. “Los ahorradores, a partir de aportaciones relativamente modestas, con las que llega a constituirse un patrimonio amplio, y a través de una administración profesionalizada, pueden acceder a los mercados monetarios y de valores, más rentables que los intermediados, aunque demasiado complejos e inciertos para el pequeño inversor”, explica un informe del Banco de España. 

 

Antes de invertir en este tipo de productos hay que tener en cuenta factores como su volatilidad (posibles oscilaciones del precio respecto a su media), su duración y la estrategia de inversión, que ayuda a hacerse una idea del nivel de riesgo máximo y mínimo en el que puede ocurrir.

 

Productos híbridos:

 

Tienen algunos aspectos propios de la renta fija y otros de la renta variable. Los principales productos de este tipo son las participaciones preferentes y las obligaciones y bonos convertibles.

 

En el primer caso, según explica la CNMV, se trata de un instrumento complejo, “cuyo emisor, tratándose de una entidad de crédito, suele reservarse el derecho a amortizar las participaciones a partir de los cinco años”. La rentabilidad de las participaciones preferentes es fija, en un primer periodo, y variable durante el resto de vida del producto. Sin embargo, no está garantizada, “ya que queda sujeta a la existencia de beneficios distribuibles”, expone la CNMV.

 

En el caso de los bonos convertibles y/o canjeables, el titular tiene derecho a cambiarlos por acciones de la entidad emisora. Según la CNMV, “la diferencia entre canje y conversión estriba en que, en el primer caso, la transformación en acciones se realiza mediante entrega de acciones viejas que forman parte de la autocartera del emisor, mientras que, en el segundo, se entregan acciones nuevas”.

 

Productos derivados:

 

En el caso de estas inversiones, su valor depende de la evolución de los precios de otro activo subyacente. Los derivados constituyen un contrato, según explica BBVA Asset Management, con las siguientes características:

 

-        Su liquidación se realiza en una fecha posterior.

-        Se debe establecer un monto nacional objeto del contrato y las condiciones de pago.

-        Dependiendo de si se ha celebrado en el mercado mostrador o la Bolsa de Valores local, se puede requerir o no una inversión neta.

Entre los tipos de productos derivados se encuentran los futuros, warrants, opciones, etc.

 

Productos estructurados:

 

Suponen la unión de dos o más instrumentos financieros en una sola estructura. Habitualmente, se trata de un producto de renta fija con uno o más derivados. Según su formato puede clasificarse en:

 

-        Depósitos estructurados: con garantía de capital a vencimiento

-        Fondos: con o sin garantía de capital a vencimiento

-        Nota o Bono estructurados: con o sin garantía de capital a vencimiento

-        Contrato Financieros: con riesgo de capital a vencimiento

 

Ante la gran variedad de opciones que existen, para conseguir acertar con el producto que se elija, lograr las metas financieras que cada uno se proponga y planificar el futuro, conviene dar estos pasos.