DIEZ CONSEJOS FINANCIEROS BÁSICOS PARA NO FINANCIEROS Tener clara la situación de las finanzas

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Tener clara la situación de las finanzas

 

Hay quienes ven la botella medio vacía y otros medio llena. Esa subjetividad no debería existir en finanzas. Hay que ser lo más objetivo posible para saber en qué situación está cada persona o empresa y desde ahí poder tomar decisiones realistas para mejorarla.

 

Lo primero es calcular a ciencia cierta qué ingresos existen cada mes: sueldo, rentas, rendimientos de productos de ahorro o inversión, algún tipo de subvención. Una vez claro este punto, toca hacer una enumeración de gastos fijos e irrenunciables y otra de los variables. El resultado de restar estos últimos a los primeros, será una radiografía de la situación financiera actual.

 

Hacer un presupuesto y ceñirse a él

 

Muchas veces cuesta discernir qué gastos son imprescindibles (por ejemplo, el pago de los consumos domésticos, el alquiler, la cuota de la hipoteca o la compra de alimentos) y cuáles prescindibles (adquirir moda, salir a cenar o disfrutar de un viaje). Para saber hasta qué punto es posible asumir este segundo tipo de importes, nada mejor que contar con un presupuesto en el que esté claro el dinero disponible con el que se cuenta en función de los ingresos. Conocer cuáles son los topes mensuales servirá de escudo ante la tentación que siempre existe de gastar más de lo que tenemos.

 

Cuidado con los gastos hormiga

 

Nos referimos a aquellos importes que son tan pequeños que los asumimos sin casi reparar en ellos: el café del bar, el billete del autobús para trayectos que se pueden hacer andando, unos chicles, productos de a euro en el supermercado, propinas.

 

Son apenas unos céntimos o euros al día, pero sumados a final de mes pueden ser una partida relevante que dé al traste con cualquier plan de no pasarnos de un presupuesto. Hay que tratar de reducirlos, o incluso si es posible eliminarlos para convertirlos en ahorro para imprevistos.

 

Hacer del ahorro un hábito

 

Lo ideal es que ya desde niños exista una educación en la cultura del ahorro para que se convierta en una costumbre natural. Por ejemplo, si el pequeño decide meter en la hucha cuatro monedas, los padres le aportan una más, incentivando así esa decisión. De esta manera, cuando se empieza a tener ingresos, no costará ningún esfuerzo guardar una parte del sueldo todos los meses para tener un remanente que nos será muy útil en las distintas fases de nuestra vida. Recuerda que existe la opción de dar una orden a tu banco para que de forma automática se transfiera todos los meses la cantidad que se estime oportuna a otra cuenta.

 

Tener un fondo de emergencia es imprescindible

 

Se avería la lavadora, hay un problema médico que no está cubierto, un viaje ineludible por algún compromiso. Es recomendable contar con una bolsa de dinero para poder afrontar los imprevistos sin que eso suponga un roto en las finanzas. Para conformar ese fondo de emergencia hay que guardar lo que se pueda, o apartar una cifra de algún extra, y ampliarlo en función de las posibilidades.

 

También es esencial determinar en qué casos se puede echar mano de este dinero ahorrado y en cuáles no, pero no tengas miedo en gastarlo si realmente piensas que es una emergencia.